jueves, 23 de agosto de 2007

¡ DESCUBRIMIENTO DEL PAITITI !

2002: ¡ Una exploradora científica
descubre por fin Paititi !

Entre todos los buscadores y aventureros de la ciudad sagrada de Paititi, nos asombramos que en 2007 nadie conozca todavía a LA gran exploradora peruana, de quien la reputación ha adelantado ampliamente las fronteras de la municipalidad de Pilcopata: Maria del Carmen Rodriguez del Solar, apodada por sus amigos Pepita. ¡ Una exploradora de oro !

Organizadora reputada de la famosa expedición del periodista polaco (¡todo también conocido!) Jacek Pałkiewicz, su aventura parece como una epopeya que los Inkas no habrían renegado.

¡ Una logística de choque !

Fuerte de una treintena de miembros, con algunos militares armados sólo de metralletas, listos para contestar a los ataques de las poblaciones belicosas, pesadamente armadas de lanzas y arcos automáticos lanzadores de flechas, el equipo de exploradores, dirigida por Maria del Carmen, se ha hundido en una selva hostil, equipada de una pesada logística científica: explosivos, detonadores, detectores de metales, palas, piochas, etc.

Para luchar contra el calor ahogante y contra los diarios cansancios físicos y contra los mosquitos chupadores de sangre, Maria del Carmen podía contar con el apoyo de sus mecenas locales: para explorar los lugares, nuestra astuta exploradora, tuvo la idea de traer con ella la famosa coca de los Inkas, bajo una forma acondicionada: 10 kilos de polvo blanco de la mejor calidad. Maria del Carmen recogía en clase las técnicas de la conquista espacial con los alimentos liofilizados (ganancia de espacio y perfecto control de las calidades nutritionales).

Una búsqueda científica rigurosa

El hermoso Padre salesiano Juan Carlos Polentini Wester acompañaba esta expedición. Ya se había ilustrado al principio de los años ‘80 profundizando a la dinamita, con el general Essemwanger, el descubrimiento de la ciudad perdida de Mameria, realizado algunos años antes por una pareja de buscadores franco-peruana.

Juan Carlos Polentini, padre "espiritual" de Maria del Carmen Rodriguez, quería poner todas las suertes de éxito a los costados de su protegida que añade la protección divina.

A esta dimensión espiritual, deseaba añadir una dimensión más humana ó humanitaria: veinte kilos de caramelos para los jóvenes machiguengas de ocho a doce años. En efecto, de siempre el Padre Polentini ha sido cerca de la juventud, entre ocho y doce años…

Bajo la protección espiritual de este apóstolo de los tiempos modernos, la expedición se adelanta penosamente a través la selva. Dejando aquí y alla de las pesadas bolsas de plástico rellenas de basura, a guisa de balizas de localización, estos cubos de basura estaban también destinados a un estudio original consagrado a la eliminación natural de los desperdicios en medio tropical.

De la confesión misma de Maria del Carmen : será interesante regresar en este sitio dentro de veinte años para ver si la naturaleza ha logrado digerir los cincuenta kilogramas tóxicos de pilas alcalinas, latas de café y otros alimentos y las tres botellas de gas necesarias para la alimentación del grupo. ¡Vivamente dentro de veinte años para conocer el resultado de este estudio vanguardista! Sus consecuencias podrían tener un impacto revolucionario sobre la gestión del entorno en nuestras sociedades "industriales". ¡Un agradecimiento a Maria del Carmen y a sus compañeros para abrirnos los ojos!

Maria del Carmen Rodriguez del Solar nos abro los ojos, pero su experiencia ha cerrado aquéllos de una decena de nativos machiguengas. Varios estudios a través el mundo, de shintuya a Pilcopata, y hasta Patria, ponían en guarda la humanidad contra los peligros de los efectos tóxicos de la contaminación industrial sobre el ecosistema del Parque Nacional del Manú. La experiencia acertada de Maria del Carmen ha confirmado los miedos de estos científicos. Sabemos ahora que el organismo de los Machiguengas soporta mal los efectos de la contaminación moderna. Varios nativos mueron poco después el paso en su comunidad de este equipo de buscadores cientificos. ¡No se hace de tortillas sin romper de ellas!

Caminando a través la selva, Maria del Carmen y el Padre Polentini, anticipan el descubrimiento de Paititi y se interrogan sobre la mejor utilización deseable de las montañas de oro supuestas existir en la ciudad perdida: inverciones inmobiliarias y inversiones en Bolsa, inversiones en búsqueda y desarrollo para la instalación de máquinas a recoger la coca automáticamente, instalación de nuevos laboratorios de análisis y de destilación, creación de campos de vacaciones por el Padre Polentini para jóvenes muchachos, de ocho a doce años, etc.

¡ El descubrimiento fabuloso de Paititi !

Después de muchas semanas difíciles a través una selva húmeda, nuestros exploradores perciben un día un inmenso pórtico de granito: ¡estaba una puerta monolita inka!

"¡Hurra!" se exclama Maria del Carmen Rodriguez, "¡hemos triumfado!"

Maria del Carmen nos cuento, todavía muy conmovida, cómo pasaron este pórtico ella y su equipo y cómo penetraron en un mundo que pensaban desconocido. Una ciudad se extendía delante de ellos, hermosa y mágica.

Maria del Carmen contemplaba su hazaña. Era esta pionera de una época nueva de exploradores, digna heredera de Bingham y de Cristóbal Colón. Era la primera a contemplar esta ciudad, que identificó sin indecisión a Paititi. El ojo de la experta no podía engañarla. Pero no era al cabo de sus sorpresas.

"Era un espectáculo maravilloso." Dice Maria del Carmen. "Éramos los primeros a contemplar esta espléndida subida de sol sobre esta ciudad perdida desde tan mucho tiempo."

¿Desde tan mucho tiempo? ¿Está cierto ?

Eran las siete de la mañana. Nuestros exploradores, estupefactos por su descubrimiento, no se atrevían a pronunciar una palabra. Medían las callejuelas vacías y nubladas de la ciudad de su sueño.

De repente, un extraño zumbido rompe este silencio pesado en una polvareda.

Bajo los ojos incrédulos y maravillados de Maria del Carmen y del Padre Polentini, un extraño objeto rectangular, aparece de repente en esta nube vaporosa. El Padre Polentini, temiendo una intervención maléfica, se santigua sin esperar.

El objeto parece desplazarse de manera lineal, siguiendo lo que llamaríamos "una pista" en nuestro mundo moderno.

Escondidos detrás de un muro, nuestros audaciosos exploradores, asustados y fascinados por este espectáculo desconocido, siguen con los ojos a la lenta progresión de este extraño objeto que parece acercarse a Paititi.

El objeto rectangular es en adelante muy cerca del grupo de exploradores. Maria del Carmen, se exclama :

"¡Hijo de puta, tiene ruedas!"

¡Claro que tenía ruedas!

¡Maria del Carmen y el Padre Polentini se abrazan! No puenden a creerlo. Acaban no sólo de descubrir Paititi, pero descubren ahora que los Inkas conocían la rueda... ¡y el claxon! Era el más hermoso día de su vida. ¡y no era acabado!

De esta rara "casa móvil", brillantemente descrita para Maria del Carmen, baja ahora una extraña tribu de Indios, vestidos de pantalones cortos, de gorras y de cantimploras. Se dirigen en procesión, en un volapuc desconocido, hacia el centro de la ciudad.

"Puta Madre," se exclama el Padre Polentini, "¡El Paititi esta habitado!"

Nuestros temerarios exploradores, haciendo de tripas corazón y desdeñando de sus miedos al nombre de la Ciencia, deciden seguir a este Inka, pero a buena distancia.

El aire es cristalino, el sol acaricia de sus secciones las ruinas pasmosas de la ciudad por fin encontrada. Los murmullos de los Inkas razonan a través las callejuelas de la ciudad antigua.

Nuestros exploradores, todavía bajo el choque, habían descubierto un mundo que creían perdido para siempre. ¡La realidad adelantaba la ficción!

Valientemente, Maria del Carmen, con la bendición del Padre Polentini, logra subrepticiamente infiltrarse entre este Inka en pantalón corto. ¡Unos, dirá esta exploradora más tarde, tengan varias cámaras fotográficas! Los Inkas, decididamente, no habían acabado de sorprenderla.
¡Dirigiéndose por signos al Gran Sacerdote quien arengaba su tropa, aprende que un proyecto de teleférico debía reunir Paititi a un pueblo localizado al fundo del valle!

El adelanto tecnológico de esta civilización perdida la dejaba decididamente sin voz.

Reunida por su grupo, Maria del Carmen, contempla pasmada esta supervivencia del imperio inka que había logrado desarrollarse apartado del mondo civilizado.

De su costado, mientras tiempo, el Padre Polentini, caramelos en manos, trata de anudar de los contactos con los jóvenes nativos, de ocho a doce años, llamados pronto por sus padres.

"Puta Madre," se exclame el buen Padre, "¡es siempre la misma cosa!"

Acercándose ahora discretamente a la oreja del Gran Sacerdote, Maria del Carmen le susurra de una voz mimosa :

"¿Y el oro… Adonde esta el oro?!"

Intrigado, el Gran Sacerdote busca largamente en un bolsillo de su bermuda a flores, las pepitas tanto deseadas.

Maria del Carmen, si cerca de su fin último, punta de impaciencia delante de la torpeza del Gran Sacerdote.

Después de algunos segundos quien parecieron una eternidad, este último saca por fin el objeto de su codicia: un magnífico billete usado de cincuenta soles y algunos piecas de moneda.

Sorprendida, Maria del Carmen se mordisquea los labios. Se siente mal. Inquieto, el Padre Polentini la reúne. Interroga a su vuelta el Gran Sacerdote :

"¿No hay escuelas de jóvenes Inkas, entre ocho y doce años?"

"¿Pero el oro?" encarece Maria del Carmen, que ha recogido sus espíritus, "¿dónde esta el oro de Paititi? ¿Dónde lo has escondido, maldito Gran Sacerdote?"

"¿Qué Paititi?" Le contesta sorprendido el indígena. "¿Qué oro? ¡No hay oro aquí!"

"¿Cómo, no hay oro?" Le contesta Maria del Carmen, "¿Me tomas para una estúpida?"

Pero merecía pena perdida, el Gran Sacerdote no quería revelarle el secreto del oro de Paititi y envite Maria del Carmen a ir a descansar a la posada de la ciudad encontrada.

Seguida por sus compañeros, Maria del Carmen descubre a boba la existencia de una taberna que no tenía nada que envidiar a los restaurantes de nuestro mundo moderno.

"¡Mira!" se exclame de repente el Padre Polentini señalando una clase de "menú" fijado a la puerta del establecimiento, "¡conocen también la escritura!"

"¡Cierra el pico!" Le contesta Maria del Carmen Rodriguez, "¡yo quiero oro !"

Después de dos o tres vasos de pisco puro a la terraza de la taberna, intentando analizar este día rico en rebotes y en descubrimientos inesperados, nuestros exploradores deciden renunciar a la exploración profundizada de la ciudad de su sueño de momento y de no en revelar nunca la existencia antes de volver para encontrar por fin las toneladas de oro de las que hablan las leyendas.

"¡No la arrancarán al paraíso! " Se exclama el Padre Polentini.

Decepcionado, el equipo se arroja, la muerte en el alma, en una de este extraños "casas móviles" quien les alejo de la ciudad encontrada ahora. ¡Adios inversiones inmobiliarias! ¡Adios inversiones en Bolsa! ¡Adios campos de vacaciones para jóvenes muchachos, entre ocho y doce años!

Un último descubrimiento les devuelve sin embargo un poco de bálsamo al corazón: ¡descubren, al final del valle, la existencia de un tren que las vuelve a llevar directamente hasta Cusco!

"Estos Inkas," dice al final el Padre Polentini, todavía bajo el choque "¡son verdaderamente fuertes!"

"¡Cierra el pico!" Le contesta Maria del Carmen, que jura que no habrá dicho su última palabra.

Así, esta exploradora de genio ha preferido conservar celosamente el secreto de su descubrimiento de Paititi hasta a este año del 2007, delante de un cuadro de arqueólogos admirativos.

En el entorno económico siendo convertidose hoy más favorable a las inversiones inmobiliarias y haciendista, y un campo de vacación para jóvenes muchachos, entre ocho y doce años, siendo a vender en el Valle Sagrado actualmente, Maria del Carmen y el Padre Polentini, tienen pensado replicar próximamente sobre los rastros de Paititi y del oro perdido de los Inkas.

Seguiremos con interes los sedales y los resultados de sus futuras investigaciones.

Una colaboración ha lanzado por nuestros dos científicos desde ahora.

Para más informaciones, no dudéis en contactar directamente Maria del Carmen Rodriguez del Solar, que acepta toda forma de donaciones. Los padres deseosos de encontrarla pueden dejarlos directamente fácilmente sus niños, entre ocho y doce años, al guarda del Padre Polentini.

¡Suerte Señora Maria del Carmen Rodriguez en su busqueda! El Perú tiene mucha suerte de tener una exploradora de su calidad y de su competencia.

Francisco Valdivia,
EFE Perú

Para contactar Maria del Carmen Rodriguez del Solar :

Agencia de Viaje :
www.paititiperu.com

Dirección:
Barrio Profesional C-7B
Wanchaq - Cusco - PERÚ

Telf.:
+51 (84) 261572

Mail :
info@paititiperu.com